Si alguien te pregunta qué relación hay entre el póquer y el liderazgo, tal vez no se te ocurriría una respuesta de manera espontánea. Por un lado, los jugadores de póquer deben jugar según las cartas que les reparten. Apuestan y se retiran, y por otro lado, los líderes de negocios, se dan el lujo de armar su propia mano. Su plan para competir, es una apuesta del líder. Puede ser carismático, puede estudiar a su competencia, contratar al personal más capacitado, pero la estrategia siempre es lo primero.
Un líder puede tener suerte de principiante o puede ser de los que construye sabiduría a partir del ensayo y error, pero una buena estrategia es con más seguridad, una partida ganadora.
Las grandes compañías cuentan con estrategias bien definidas, y en muchos casos proyectadas a varios años. Un ejemplo de esto es Microsoft, cuya gran apuesta fue el ordenador personal. Otro caso sobresaliente es el de Steve Jobs, dentro de su propia compañía, Apple, al apostar por dispositivos digitales y el entretenimiento de los consumidores, o el de Marie Kondo apostando por enfocarnos en la limpieza más que en el desorden y Elon Musk en acelerar la transición a energías renovables.
Si se hace la apuesta correcta, incluso con la mejor estrategia el trabajo continuo y la constante vigilancia son fundamentales para alcanzar el éxito. En el plano empresarial uno de los mayores desafíos es que los líderes no pueden estar 100% del resultado de sus decisiones, lo que se asemeja bastante a la partida de póker en la que se apuesta todo si saber plenamente si otro jugador tiene algo mejor.
Aspectos que pueden ayudar
Existe un modelo que replantea la fórmula de Einstein que muchos conocemos, E∗MC2. En ella se representa los tres componentes claves de la estrategia.
La “c” representa el valor del cliente. El valor no solo es el precio, sino la utilidad y los beneficios que se le brindan al consumidor al relacionarlos con lo que se pagó. En una estrategia, debe analizarse el valor que se le proporciona al cliente con el producto que se está ofreciendo. Está elevada al cuadrado por ser lo más importante al plantear su estrategia.
El segundo componente, “m”, es el potencial de mercado. Se refiere a cuánto beneficio puede obtenerse del negocio.
Y, el último elemento, es la ejecución, “E”, que plantea el cómo manejar su negocio todos los días y como se evoluciona. Esto, la ejecución debe ser el centro de la estrategia. La apuesta correcta no le hará ganar la mano si no la ejecuta correctamente.
Al igual que en el póquer, ganar depende de la mano que se tiene en relación con la competencia. La eficacia de la mejor estrategia no solo depende de su calidad, sino de las otras estrategias a su alrededor, y la efectividad de ejecución de sus diseñadores. En póquer puedes tener una escalera, que sería una buena mano, pero quizá no te sirva de mucho si otro de los jugadores tiene una mano mejor, como color, o un póquer.
Los líderes pueden armar y rearmar su mano a medida que las condiciones y la competencia cambia. Y ello es esencial.
Jugar bien como líder empresarial significa poner la estrategia en primer lugar, armar una mano ganadora y hacer las apuestas correctas porque, a diferencia del póquer, no está atascado con la mano que le repartieron.