En culturas capitalistas como la nuestra, el valor del dinero ocupa un lugar que, muchas veces, sobrepasa valores y principios. Desde jóvenes se inculca una suerte de veneración al trabajo y un hábito de producir constantemente a tal punto que el sentido mismo de la vida y nuestra propia identidad están condicionados por la carrera que estudiamos, el trabajo que tenemos y los bienes que adquirimos.
Si bien el éxito profesional debe ser un objetivo del ser humano para desarrollarse como individuo, no hay razón para que este deba ponerse por encima del bienestar personal. Es más, los profesionales que encuentran un equilibrio entre su vida privada y el trabajo son más productivos, creativos y, lo más importante, felices en ambos entornos. De lo contrario, las empresas verán consecuencias materializadas en altos niveles de ausentismo y rotación, así como bajo compromiso y desempeño.
La eficiencia como prioridad
Cada actividad laboral está pensada para realizarse en un tiempo establecido. Por lo tanto, quedarse más horas trabajando no necesariamente representa un mayor compromiso, pero sí un agotamiento excesivo que puede perjudicar las relaciones familiares y sociales.
La clave está en identificar posibles momentos de distracción que están ralentizando el desarrollo de las tareas asignadas. De esta forma, se ganarán minutos valiosos que podrán dedicarse al trabajo del día y así mejorar la eficiencia del mismo.
Las personas cercanas también deben estar en la agenda
Reunirse con familiares y amigos debería convertirse en un hábito. Generalmente, este tipo de actividades son el resultado del espacio libre que se encontró en medio de una agenda colmada de compromisos laborales.
Para lograr un equilibrio entre la vida profesional y personal es necesario programar el encuentro social previamente, con el fin de que la agenda laboral pueda organizarse alrededor de él y no viceversa. De esta manera, cada quien se obliga a cumplirlo para desconectarse y disfrutar de momentos de esparcimiento.
Planteamiento de objetivos individuales
Tanto el éxito personal como el profesional tienen caminos y formas para alcanzarlos. También es cierto que cada uno se construye a partir de un concepto individual, razón por la que no hay una única visión para ambos tipos de éxito.
Lo importante es ser coherente con las metas propuestas y trabajar, desde lo personal y lo laboral, para alcanzarlas. Para ello se requiere de una revisión de posibles actividades que están representando un desgaste innecesario de tiempo y energía, así se lograría un mayor enfoque en lo estrictamente útil para el cumplimiento de los objetivos.
El día a día trae consigo un estrés inevitable. Está en cada uno el saber lidiar con esto a través de un equilibrio que permita un desarrollo en el campo profesional sin verse obligado a sacrificar tiempo de calidad con las personas que nos rodean.