Estados Unidos de América es una república federal y su política sanitaria se aborda tanto a nivel federal como estatal. Es importante destacar que este país no posee un sistema único nacional de asistencia sanitaria, y que los servicios de atención de salud se dividen entre los sectores público y privado. Este último es el mayor proveedor, verdaderamente competitivo, y lo componen hospitales, médicos, dentistas, hogares para convalecientes, organismos de asistencia domiciliaria, compañías aseguradoras, empresas de suministros médicos y fabricantes de productos farmacéuticos.
La Constitución le concede al gobierno federal autoridad para asignar recursos a los estados para que realicen actividades en beneficio de los ciudadanos y fijen políticas acerca de cómo pueden utilizarse. Los estados, a su vez, tienen control de la política sanitaria, en lo relacionado con el otorgamiento de licencias a hospitales y a profesionales de la salud y; además, con actividades tradicionales de salud pública.
También es cierto que los servicios de salud son prestados, en gran parte, por el sector privado, representado por seguros de salud privados. Medicare, el programa de seguro más grande de la nación, aproximadamente cubre 39 millones de estadounidenses; es financiado mediante una combinación de impuestos a la nómina de sueldos, ingresos generales y primas que pagan los beneficiarios. Medicaid, programa de seguro de salud financiado conjuntamente por el gobierno federal y los gobiernos estatales, es dedicado a los sectores de la población de bajos ingresos y más necesitados.